Las cosas han cambiado. Estas son las primeras palabras que escribo desde que Nueva York ya es Santander. Ahora sí, no hay más que decir. Ahora todo ha muerto y dentro de mí no hay más que discordancias entre todos mis pensamientos;incapaz de casar dos ideas que me lleven a algo claro, he dado con conclusiones dispares acerca de mi futuro que no acaba de crecer, no nace porque se llevaron las raíces. Y claro, no es que los demás tenga la culpa de que nunca digas nada, esque simplemente no consigues encontrar que nadie entienda que te angusties o que cambies de humor más que el viento.
Ahora cuando no te queda nada más a lo que aferrarte, cuando ya se ha hundido tu Titanic con toda la tripulación, cuando ya se han caído todas las hojas, se han quemado todas las letras y se ha acabado 2000 veces la primavera. Ahora ya no hay quien te espere cuando abras la puerta de casa. No te dedican una sonrisa cuando entras por la puerta y lo jodido que resulta tener que afrontarlo sin más, sin poder tan siquiera mover un dedo.
Uno fue la luna que dejaste en mi colchón, dos tus ojos. Tres de cuatro barcos naufragaron en la forma de tus modos.