domingo, 28 de junio de 2015

todas las pistas están en mis costillas

Una de las grandes cosas de la vida es ser capaces de aprender algo nuevo cada día. He estado en tantos sitios y con tanta gente diferente que se te olvida pararte a pensar que te van a enseñar algo. Cuando era pequeña siempre pensaba (creo que sigo siendo pequeña) que siempre hay un lado bueno aunque sea una mentira. Siempre hay una cara buena de la luna que la vamos a ver en positivo y siempre va a haber alguien que nos espabile las ganas con un golpe en la mesa. Aun no he aprendido a desconfiar de la gente como para ponerlo en práctica (y así nos va) , ni tampoco he aprendido a hacerme ese moño que se hacen el resto de chicas que parece un recogido casual. Aun no se que nos lleva a engañarnos , ni se de donde nos sacamos las excusas y las falsas promesas que nos convencen de que todo es más dramático aun de lo que ya lo pensabais. Pues no. Lamentablemente aquí solo pasan cosas reales, ya ves, como la vida misma. Aquí no hay una jugada a medias si nos queremos del todo o un ya te tocara aunque no te lo merezcas. Tampoco he conseguido descifrar el momento en el que te miran a los ojos y te fallan con una mentira. No he conseguido comprender la frialdad humana como para hacer ese atentado al amor con el que mis ojos observan el río. Invicta, otra vez; quizá algo herida. Eso no tenía que haberlo escrito. Ahora que no somos tan malos ni tan viejos podríamos empezar a querer con realidad y no con ficción personalizada. Por que si, si tu lo dices, a Japón se va andando. Pero no me cambies la ruta, no me pares cuando arranque y no me digas a la mitad , que todo era un juego. Si tu crees que puedes con algo, y esta lección de hoy ya te la sabes, lucha por ello. Nada viene solo. Yo confío en ti. Confío en mi.

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