lunes, 9 de julio de 2012

Las historias de estación no tienen precio; ni tu sonrisa, ni mi nombre

Viajábamos rápido, sin esperar a los detalles, sin llegar a ver los créditos y el "The End" que nadie quería que llegase; hacíamos rutas por Europa cuando ya no era la temporada alta. Praga, Berlín y las doscientas veces que pisamos Paris juntos. Era algo genial el esperar con ansiedad la llegada a la siguiente parada, hasta que nos encontrábamos en la estación y empezábamos a correr para descubrir nuevos rincones donde dar rienda suelta a los impulsos que nos dominaban. Ahora yo sigo de ruta, me acaban de recibir en Milán y tú no estabas en la estación ¿donde estás? ¿qué ha pasado?¿has perdido el tren? Aun aguardo una ínfima parte de mi ilusión en encontrarte en la estación de tren de Milán o dejando tu maleta en la consigna para poder empezar a correr.

 "¡Buenos días!Acabo de llegar, cuando estés despierta , venme a buscar que llevo esperando un par de horas; ¿te habías quedado dormida? Si tu siempre madrugas.... Bueno, aqui te espero, enfrente del reloj."

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