viernes, 4 de febrero de 2011

Tres, dos, uno.

Quizá el problema esté en que no sabemos aun cómo diferenciar los besos o una simple mirada.
Mi pelo resbalaba de la coleta y empezaba a taparme la cara. Mis ojos esperaban algo que no llegaría , tristes y somnolientos como si llevasen dos días sin cerrarse.
No me quejo y no lo voy a hacer hasta que desarrolle las capacidades que son necesarias.
Lo más importante es no ser un ignorante y que todas las piezas del puzle encajen es algo que no tiene más relevancia que un paseo de la mano , un abrazo por encima del hombro en un parque y un indiscreto cruce de miradas.
El Wyndham está empezando a cambiar de color y veo un montón de tonalidades diferentes por Nueva York. Mis paseos empiezan a pasar menos frío y empiezo a cambiar las bufandas y los zapatos.
Si , me faltan ganas ¿se nota verdad?
No sé que ha podido ocurrir esta semana pero está claro que cuanto mas ordenada tengo la cabeza más desordenado queda mi entorno físico.
Que me vengan a decir que me he vuelto demasiado exigente conmigo misma y esta vez sí , esta vez no me equivoco .
Has visto que soy feliz entre tus brazos y que se me escapa una sonrisa tonta si me abrazas o me miras más de la cuenta.
Ahorrate el regalarme los oídos.
Yo te regalo lo que más vale , lo que aunque no quieras no te queda mas remedio que aceptar.

Lo dejó encima de la mesa y únicamente susurró su nombre a un extraño que tenía en alto. Al parecer había dicho antes un par de cosas más y éste mismo hombre las reprodujo cual papagayo : Tómalo , es tuyo , pero por favor , no lo dejes encima de la mesa, sería un malgasto.
Claro , ella era consciente de que claramente tenía las de perder pero no arriesgaría más de la cuenta. Los fallos de siempre no se van a volver a cumplir.

Mi pequeño dulce corazón requiere tus cuidados.

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