Me calcé una vez mas mis sandalias , me puse mi gorro y salí a la calle.
Hacía un buen día , a rayas marineras y tiras de bandera que serpenteaban por la ciudad. Me dí cuenta de que ninguna nube tapaba el cielo y esbocé una sonrisa de oreja a oreja.Mientras paseaba , vi una tienda llena de caramelos y cuando entré , le dije al dependiente que me diese unos caramelos que no fuesen muy dulces, vaya tontería más grande entonces, pedir caramelos que no sean dulces...
Una guitarra eléctrica, una cerveza en las manos y un montón de gente rodeándome y atolondrando mi cabeza. Creo que los camareros de aquella pseudo-taberna irlandesa pensaban que era una típica tía solitaria porque nunca había entrado en ese bar con alguien pero siempre había salido acompañada. Me encantaba el calor de ese bar , observar a la gente desde el centro y podía pasar horas esperando a que alguien interesante apareciese por la puerta, a que algo cambiase la monotonía ,que me hiciese de verdad recobrar de nuevo la alegría que desbordaba mi corazón cada vez que intentaba , solo intentaba recordar.
La vida había cambiado , había dado uno de esos giros de 180º grados y pues , la verdad me podía encontrar algo , cómo te lo explico, algo perdida pero , podría aceptar cada una de las derrotas y todas mis victorias ante mis mayores debilidades . Cada vez, echo mas de menos todos los paseos por Broadway y me siento menos segura.
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