...pero otras veces no fallamos por el miedo a equivocarnos.
El café se me había quedado jodidamente frío , andaba bastante cansada después de tanta tralla. Me había sentado en la misma mesa de siempre en la cafetería del hotel , era la única mesa qe tenía el angulo de ubicación perfecto para controlar la cafetería y parte del restaurante, la gente que salía y entraba y todos los movimientos de los camareros. Quizá porque ya no tenía ganas de levantarme esperé un rato más , a ver si quería pasar por allí la señora suerte a recibirme y a darme un poco de lo suyo.
Pero otra vez, ya no había mas que esperar , ya no había más que recibir ni nada que poder regalar. Pasear por la gran manzana era algo abrumador , todo el mundo iba a su rollo y a nadie le importaba absolutamente nada si besabas en público o si ibas con unas botas de color fucsia. La gente, era mejor , sin duda alguna esta libertad es lo mejor que se puede tener. Nadie conocía mi pasado para juzgarme y nadie podía decirme que porque hacía lo que hacía porque nadie se metía en tu vida.
Pasamos de ser uno a ser dos completamente distintos.
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